Como dije alguna vez, al vivir viajando pasan dos cosas: una, cada día es una sorpresa, y dos, no hay dos días que sean iguales. Ya les conté acerca del día que conocí y entrevisté a Steve McCurry (el fotógrafo de la Niña Afgana) en Buenos Airesdel día que me invitaron a un casamiento chino en una aldea en las afueras de Lijiang y del día que me robaron la cámara y la computadora en un tren en Indonesia y me devolvieron todo. Hoy quiero contarles acerca del curioso día en que participé de extra en una película francesa-estadounidense que se estaba rodando en Merzouga, sobre las dunas de Erg Chebbi, en el Sahara marroquí.

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 [singlepic id=4144 w=625 h= float=center] Cámaras y equipos en el desierto

Hay un cliché que asegura que todo pasa por algo, y cada vez me convenzo más de que tiene razón. Si miro hacia atrás, la cadena de causas y efectos que conforma nuestras vidas (la de todos los seres humanos) no hace más que sorprenderme. En este caso, todo empezó cuando nos bajamos del bus en Rissani y nos interceptó un tal Hamid en la estación. Estábamos buscando transporte para ir al pueblito de Merzouga, a 35 km de la ciudad, y este Hamid —uno de tantos— agarró nuestras mochilas, nos metió en su 4×4 y nos dijo que él iba a llevarnos a un buen hostel por un buen precio. En pocas palabras: decretó que nos íbamos con él.

Después de media hora de viaje por una ruta de tierra bastante polvorienta, llegamos a un hotelito ubicado en ningún pueblo. El lugar, llamado Soleil Bleu, estaba entremedio de los pueblitos de Hassi Labiad y Merzouga. Tras algunas negociaciones decidimos quedarnos ahí: el lugar era tranquilo, se veían las dunas de Erg Chebbi (uno de los dos “erg” o dunas saharianas que tiene Marruecos) de fondo y teníamos desayuno y cena incluidas. Había un solo problema: el lugar no tenía wifi (algo de lo que, lamentablemente, no puedo prescindir). Mustapha, el encargado del hotel, nos dijo que podíamos ir a usar el wifi gratis a un hotel cinco estrellas que estaba a siete minutos de caminata de ahí: el Kasbah Tombouctou. Así que casi todos los días, Andi y yo caminamos hasta aquella mansión, pusimos cara de húespedes y nos instalamos en el restaurante del Tombouctou a usar internet.

 [singlepic id=4156 w=625 h= float=center] La entrada al Tombouctou, el único hotel cinco estrellas de la zona

Nos dimos cuenta de que en el Tombuctou estaban pasando dos cosas: había un rally (estaba lleno de motociclistas) y estaban filmando una película (estaba lleno de camiones con equipos de rodaje). Una de esas tardes, Andi (quien seguramente contará esta historia con lujo de detalles en su blog) fue al baño y se cruzó con un desconocido que tenía cara de ser de producción y le preguntó si había algún trabajo para nosotros en la película. Él ya se veía de tiracables o barrendero, pero unas horas después le dieron un nombre y una respuesta: Badr (nuestro nuevo contacto) le dijo que estaban buscando extras de aspecto europeo para participar en un día de filmación. Unos días después nos reunimos, Badr nos sacó una foto a cada uno y quince minutos después nos dijo que estábamos contratados.

 [singlepic id=4157 h=625 float=center] Todo empezó acá, gracias a un cruce casual en el toilette del hotel

 [singlepic id=4135 w=625 h= float=center] Andi y yo, futuros extras en la peli!

 [singlepic id=4139 w=625 h= float=center] Prueba de vestuario

 [singlepic id=4158 h=625 float=center] Nuestros atuendos

 [singlepic id=4160 w=625 float=center] Andi y la vestuarista, una francesa-marroquí muy buena onda

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La prueba de vestuario fue al día siguiente y la filmación fue el viernes 2 de marzo. Badr nos pidió que estuviéramos en el Tombouctou a las 6.15 de la mañana (ni un minuto más tarde) para empezar la jornada de filmación, así que nos despertamos a eso de las 5 am (nos habíamos mudado de pueblo a Hassi Labiad, así que tuvimos que caminar casi media hora en la oscuridad para llegar al Tombuctou ya que a esa hora no pasa un taxi ni de casualidad). Desayunamos (con buffet cinco estrellas) y fuimos a ponernos los atuendos. Yo: un vestido color camel atado a la cintura “con una cuerda de dromedario” (según acotó un extra marroquí), mis anteojos de sol (que a la vestuarista le encantaron porque combinaba con el vestido, con mi pelo y con el desierto y me daban un look monocromo poco cool pero apropiado para  la ocasión) y ojotas (poco glamour en los pies, no me dieron zapatos). Andi: borcegos, pantalón verde, musculosa blanca varios talles más chica y una campera que por suerte se tuvo que dejar puesta. De ahí pasamos a maquillaje donde me pintaron los labios y a peluquería donde un estilista francés me dio un look “de época” en menos de tres segundos mientras me decía que tenía un pelo divino (ay, gracias).

[singlepic id=4152 w=625 float=center] El estilista, preocupado por los rulos.

 [singlepic id=4161 w=625 float=center] Mi look de espaldas

 [singlepic id=4145 w=625 h= float=center] Mi look de frente

En total éramos siete extras “europeos” (dos chicas alemanas, un francés, una francesa-marroquí, una escocesa y nosotros dos) y otros tantos extras marroquíes (algunos vestidos de mozos, otros de recepcionistas y otros de camelleros). La peli, por si se lo estaban preguntando, se llama Intersection y es del director David Marconi. Lo único que sé es que trata de una pareja estadounidense que viaja de luna de miel a Merzouga (Marruecos) y sobrevive a un accidente de auto en medio del desierto. A partir de ahí la trama se convierte en un thriller de suspenso con complots de asesinato de por medio.

[singlepic id=4142 w=625 float=center] Extras descansando

[singlepic id=4146 h=625 float=center] Extra marroquí que hacía de camellero (fue el que me dijo que el cinturón de mi vestido parecía una soga de dromedario)

[singlepic id=4147 w=625 h= float=center] El de la derecha (marroquí) le hacía de doble al actor principal, pero no salía en la peli sino que lo usaban para preparar las cámaras y la iluminación (no sé cómo se le dice a ese trabajo)

[singlepic id=4148 w=625 h= float=center] Dos extras marroquíes que hacían de mozos

[singlepic id=4149 w=625 h= float=center] Las dos extras alemanas que hacían de huéspedes en el hotel

El rodaje de la primera escena —la llegada de los protagonistas al desierto en helicóptero— empezó a eso de las 8 de la mañana. Jaimie Alexander (la actriz, que trabajó también en Thor) y Frank Grillo (el actor, quien también trabajó en Prison Break) tuvieron que repetir la escena unas veinte veces (tantas, que todos los que estábamos ahí nos aprendimos el diálogo de memoria). En los cortes, Jamie, muy simpática, nos vino a charlar (éramos los únicos que hablábamos inglés, ya que todos los de producción eran franceses). Me contó que iban a quedarse filmando en Marruecos hasta abril, que trabajaban todos los días menos los domingos y que estaban bastante agotados. “¿Qué les parece esta experiencia? Bastante aburrida, ¿no? Las filmaciones son así: hay que repetir las escenas ochenta veces hasta que salgan bien, y después, todo es esperar. No hay tanto glamour como parece…”, comentó.

[singlepic id=4137 w=625 h= float=center] La primera escena: la pareja llega al hotel en helicóptero (foto: Andi)

[singlepic id=4136 w=625 h= float=center] Extras a la espera…

[singlepic id=4150 w=625 h= float=center] ídem

Finalmente, después de nervios, ansiedad y espera, nos tocó el turno a los extras. Escena 1, toma 2: los protagonistas entran al hotel después de bajar del helicóptero. Nosotros teníamos que hacer de cuenta que éramos huéspedes que estábamos alojados en el mismo hotel, así que nuestra función era actuar con naturalidad mientras ellos entraban, como para darle un poco de vida al lugar y que no pareciera un hotel fantasma. Los productores nos fueron repartiendo en grupitos: Andi y una de las alemanas tuvieron que sentarse en una mesita al lado de la pileta, medio de fondo; la escocesa y la francesa se acostaron en dos reposeras, más lejos aún; el francés y la otra alemana se sentaron en una mesa del lado izquierdo de la entrada (por donde pasarían caminando los protagonistas) y yo quedé sola. Un productor me agarró y me dijo que yo iba a tener que pasar caminando frente a los protagonistas: es decir, cuando ellos entraban caminando hacia la puerta principal del hotel, yo tenía que salir de un costado (más específicamente, de atrás de una planta), pasar por delante de ellos (cruzarme en su camino), mirar el horizonte con cara de relajada y seguir mi camino. Me dijo, además, que no le prestara atención a los protagonistas, que yo solamente caminara como si fuese una mujer rica que estaba de vacaciones ahí. Por como estaban dispuestas las cámaras, los protagonistas iban a ser filmados de espaldas entrando al hotel y yo tendría que caminar directo hacia las cámaras. Imaginen mis nervios.

[singlepic id=4151 h=625 float=center] Esto fue más tarde, cuando cambiaron las cámaras de lugar para otra escena. Pero imaginen tener que caminar de frente a tanta parafernalia hollywoodense.

Repetimos la toma unas 12 veces. Yo creo que en la primera salí con cara de susto. Cada vez que decían acción, yo sabía que tenía que salir de atrás de la planta (mi escondite) y empezar a caminar hacia las cámaras cuando los protagonistas pisaban determinada baldosa. Así que ahí iba yo, con una cartera colgada del hombro, un libro en la mano, anteojos de sol e indiferencia total hacia la pareja protagonista. La primera vez que hice la caminata escuché un “hello there” pero no le di importancia, ya que pensé que el protagonista estaba saludando a uno de los mozos. La segunda vez que repetimos la toma volví a escuchar el “hello!” y yo, nada, ni mú, mirada al horizonte. La tercera vez me di cuenta de que cada vez que me cruzaba con los protagonistas, el hombre me saludaba. Quedé tan descolocada que frené un poquito, le respondí con un “hey!” (?) y seguí caminando, riéndome y pensando que seguramente les había cagado la escena con mi saludo desubicado. O sea: el actor principal interactuó espontáneamente con la extra (yo) y la extra (yo) no supo qué demonios hacer. Cuando gritaron “corte” me acerqué corriendo al productor y le dije: “¡El protagonista me habló, no sé qué hacer!” y él me dijo que la próxima solamente le sonriera con cara de “yeah yeah, fuck off” (literalmente me dijo eso) y siguiera mi camino. Así que en las tomas siguientes, cada vez que el protagonista me saludó, yo sonreí (pero sin cara de fuck off) y él me gritó de lejos “We just got married!”.

[singlepic id=4154 w=625 h= float=center] Foto con Jaimie, la actriz principal, muy simpática y charlatana. Le conté que escribía un blog de viajes y le encantó, me dijo que cualquier cosa que necesitara le pidiera, así que le pedí una foto bien cholula.

Al mediodía hicimos un corte para almorzar y volvimos. Mientras charlaba con la actriz principal, apareció el director (David) y ella, toda emocionada, le contó que yo estaba viajando por el mundo hacía varios años. David, si querés hacer una película de mi vida te lo permito (?). Al rato el director dijo que me quería usar de extra otra vez (solamente a mí, en principio), pero que tenía que cambiarme de ropa para que pareciera otra persona, así que la vestuarista me vistió de ejecutiva de veraneo. Finalmente no participé en la escena. Una lástima, ya me veía rumbo al Camino de la Fama de los Extras y a punto de pedir un aumento de sueldo. La filmación terminó a las 4 de la tarde.

[singlepic id=4153 h=625 float=center] Este fue mi atuendo de ejecutiva veraneando de incógnito en el desierto

Fue un día largo, cansador y divertido. Yo me lo tomé como un juego, porque si me ponía a pensar que estaba siendo filmada (aunque haya sido de manera fugaz) para una película de Hollywood, me iba a agarrar pÁniko escénico. Igualmente me muero de vergüenza pero sé que me voy a reír muchísimo cuando me vea de fondo en el cine, caminando cual señora elegante en un hotel de lujo en el desierto, con un vestido con soga de dromedario y ojotas Hawaianas. Y además, después de haber vivido esta experiencia, voy a empezar a mirar a los extras de las películas con mucho más cariño y me voy a preguntar cómo es su vida (probablemente muchos de ellos no son actores profesionales, como yo) y cómo fue que llegaron a participar en ese rodaje. En nuestro caso, todo fue gracias a un tal Hamid, un marroquí que apareció en la estación de buses en el momento justo. ¡Gracias Hamid!